En lo que respecta a la limpieza general de nuestro hogar, es fácil que nos olvidemos de que las lámparas acumulan gran cantidad de polvo y suciedad. El hecho de que estén situadas por encima de nuestro campo de visión nos lleva a no reparar en este hecho y únicamente nos percatamos de la suciedad y telarañas que se acumulan en nuestras lámparas cuando tenemos que cambiar alguna bombilla o foco.
La falta de limpieza en los focos, pantallas y bombillas de nuestras lámparas puede provocar que iluminen paulatinamente con menor intensidad. De hecho, si por un descuido hemos dejado que una de nuestras lámparas acumule una gran cantidad de polvo y suciedad, comprobaremos al limpiarla que ilumina mucho más la estancia.
Aunque idealmente tendríamos que repasar el polvo de cada lámpara de la casa al menos una vez por semana, después, para cada tipo de lámpara debemos aplicar un tipo de limpieza diferente:
Lámparas de tela: una vez al mes limpia las lámparas con este tipo de pantallas. Puedes hacerlo con un trapo humedecido en agua o añadir una pasta de bicarbonato y agua. Aplícalo sobre la superficie y frota con una esponja o cepillo suave para arrastras la suciedad más incrustada y la grasa. Retira todos los restos de bicarbonato con un trapo seco limpio. Si presentan manchas de grasa, puedes eliminarlas con alguna espuma para tejidos o un trapo limpio con amoniaco.
Lámparas de pergamino o papel: son muy vulnerables a la suciedad y se deterioran con la humedad así que para limpiarlas usaremos una esponja humedecida en agua con jabón neutro y muy bien escurrida. Si observamos que hay alguna marca de suciedad o rayón que se nota mucho podemos intentar eliminarlo con goma de borrar blanda. Si no tienes goma de borrar puedes emplear miga de pan caliente y restregarla con suavidad por la pantalla. Si detectas alguna mancha de grasa, prueba a eliminarla con calor y papel de estraza o algún papel secante. Colócalo sobre la mancha y da suaves pasadas por encima con la plancha caliente hasta que el papel absorba la grasa.
Limpiar lámparas de araña: este tipo de lámparas suelen acumular mucho polvo y suciedad en sus múltiples brazos y pantallas. Si tiene grandes dimensiones y resulta imposible limpiarla con un trapo, lo mejor es que lo hagamos pulverizando una mezcla limpiadora. Para ello, retira y protege muebles y cubre el suelo con un plástico. Si tiene tulipas de tela, retíralas antes de rociar el producto y límpialas como hemos indicado antes. Para las lámparas de araña bastará con una mezcla de agua y alcohol o multiusos. Pulveriza de forma generosa toda la lámpara a excepción de la base eléctrica y deja que el agua arrastre la suciedad durante unos minutos. Si las pantallas son de cristal, repásalas una a una con un trapo seco para abrillantarlas. Luego, seca y abrillanta los brazos lo mejor posible.
Lámparas de cristal: este tipo de lámparas se limpian de la misma manera que las ventanas. Utiliza un trapo de microfibra humedecido en algún producto limpiacristales, multiusos o alcohol y repasa las superficies de cristal, tanto si son focos como si se trata de la base.
Limpiar lámparas de lágrimas: para limpiar una de estas lámparas tendrás que pulverizar sobre los cristales generosamente una mezcla de agua tibia con un chorro de amoniaco o alcohol isopropílico. Si la lámpara a acumulado una capa pegajosa de suciedad porque nunca ha sido limpiada puedes añadir unas gotas e jabón lavavajillas a la mezcla. Cuando todas las lágrima estén impregnadas deja que la mezcla actúe durante un par de minutos y después aclara con agua fría (bajo el grifo o pulverizada).
Intenta ventilada donde se pueda secar fácilmente. Cuando realices este tipo de limpieza, cubre los muebles y protege el suelo con un paraguas abierto boca arriba bajo la lámpara.
Limpiar plafones: este tipo de iluminación tiene a acumular polvo e insectos en su interior. Por eso, de vez en cuando desinstala el plafón de la pared o el techo para limpiarlo por dentro y garantizar que ilumine bien.
Las lámparas de la cocina deben limpiarse siempre con productos quitagrasa que eliminen los restos que se acumulan a lo largo del tiempo en estos espacios. Así, tanto si son de metal, plástico, cristal o tejido puedes usar amoniaco o algún desengrasante específico que no sea abrasivo.